Me puso muy feliz
leer este libro porque me lo recomendó, muy entusiasmada, mi hermana menor (10
años). Le fue encomendado desde la escuela, pero despertó su interés por el
género.
No es un cuento
que merezca ser deshilachado, sin embargo puede resumirse como: la historia de
Manuel, quién se hace amigo de un señor cuya ventana da a su patio. Nadie
conoce de esta relación, en la que Manuel lleva postres y el señor le cuenta
sobre su colección de estampillas. Por desgracia, un día el señor muere, se
presume un suicidio. Pero Manuel sabe que no puede ser así, él le pidió un
postre. ¿Cómo se iba a suicidar si le pidió un postre? Éste es un enigma que tiene
que resolver.
Me divirtió
mucho, es corto, tiene matices oscuros, pero resulta muy entretenido y a mi
hermana le gustó mucho, con lo cual puedo apostar que es un buen libro para
fomentar la lectura.
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